¿Qué tienen los niños y los animales en común? Yo diría: la espontaneidad del instinto.
De hecho, me refiero a dos ejercicios, cada uno experimentado en una clase diferente. En el primero, había que elegir un animal y coger una característica suya. Luego, hicimos improvisaciones quedándonos con esta característica apenas visible.
En el segundo ejercicio, que tomó lugar el martes pasado (17-nov), teníamos que acordarnos de nuestra infancia y de la habitación que teníamos a los 6~9 años. Después improvisamos como niños.
Lo interesante aquí es el comentario formulado por mis compañeros al final de la clase pasada. Cuando nos ponemos en la piel de un animal o de un niño, aunque ni somos el uno ni el otro, de cierta manera somos más espontáneos en nuestra forma de ser. Como humano/animal (lince), me mostré más directo con la gente. Como niña, una compañera mía mordió a un niño-compañero, cuya reacción era muy expresiva, menos contenida que si hubiera actuado como adulto. El censor cultural que mencioné en mi última entrega no existe para el animal y se está contruyendo en la mente del niño, entonces el instinto (y consiguientemente la espontaneidad) tiene aún más importancia.

Esta cuestión me interesa mucho porque a nivel personal, el 2009 ha sido muy significativo por varios acontecimientos que me han ocurrido. Una de las consecuencias positivas es haber vuelto en fiarme mucho más en mi instinto y me va muy bien así. Me siento algo felino…
De hecho, me refiero a dos ejercicios, cada uno experimentado en una clase diferente. En el primero, había que elegir un animal y coger una característica suya. Luego, hicimos improvisaciones quedándonos con esta característica apenas visible.
En el segundo ejercicio, que tomó lugar el martes pasado (17-nov), teníamos que acordarnos de nuestra infancia y de la habitación que teníamos a los 6~9 años. Después improvisamos como niños.
Lo interesante aquí es el comentario formulado por mis compañeros al final de la clase pasada. Cuando nos ponemos en la piel de un animal o de un niño, aunque ni somos el uno ni el otro, de cierta manera somos más espontáneos en nuestra forma de ser. Como humano/animal (lince), me mostré más directo con la gente. Como niña, una compañera mía mordió a un niño-compañero, cuya reacción era muy expresiva, menos contenida que si hubiera actuado como adulto. El censor cultural que mencioné en mi última entrega no existe para el animal y se está contruyendo en la mente del niño, entonces el instinto (y consiguientemente la espontaneidad) tiene aún más importancia.

Esta cuestión me interesa mucho porque a nivel personal, el 2009 ha sido muy significativo por varios acontecimientos que me han ocurrido. Una de las consecuencias positivas es haber vuelto en fiarme mucho más en mi instinto y me va muy bien así. Me siento algo felino…