
¿Cómo parar la mente? ¿Para qué parar la mente?
¿Cómo?
Creo que no hay una respuesta hecha, ni un modo de empleo que seguir. Esto se aprende a nivel personal, es un proceso largo. Para mí, hay días en los que logro hacerlo y otros que no. Cuando me sale bien, tengo conciencia de mi cuerpo y suelto los pensamientos de la vida cotidiana. Vienen y se van. A veces, son más fuertes y no logro pararlos.
¿Para qué?
Aunque no sé muy bien a qué técnica recurro para parar la mente, varias experiencias (buenas y malas) me han ayudado a darme cuenta de la importancia de este proceso.
El martes pasado, parar la mente (no al 100%, pero casi) me permitió meterme de verdad en la situación expuesta por Vero. Primero, he de explicar las dos etapas anteriores a la situación propuesta.
1- Empezamos con la relajación. Tumbado en el suelo, me enfoqué en mi cuerpo y con mucha conciencia, registré cómo estaba (mi respiración, mi postura, la temperatura, etc.). Me vinieron algunos pensamientos que logré soltar. ¡Sin pensármelo! Mente parada...
Luego, de a dos, nos dimos y recibimos un masajito de unos minutos durante el que me centré en las sensaciones que me dio la compañera. ¡Sin pensármelo! Mente parada...
2- Improvisamos un baile siendo concientes de nuestros movimientos abriendo o cerrando algunas partes de nuestro cuerpo. ¡Sin pensárnoslo! Mente parada... Abrí los ojos para echar un vistazo hacia los demás compañeros e inspirarme de algunos de sus movimientos. ¡Sin pensármelo! Mente parada... Las pocas veces que intervino la mente, pensé: "tengo frío". Pero la paré al cabo de un segundo.
3- Después de la relajación y del baile, tuvimos que recordarnos de un ex amor. No sé por qué, ningún recuerdo de este tipo me vino, sino uno de mi infancia. Ni me lo pensé (¡mente parada!) y reviví aquel momento del pasado en mi cuerpo, recordando las sensaciones de antes y sintiendo las de ahora. ¡Sin pensármelo! Mente parada...
Al oír su nombre, cada compañero tenía que hablar, no para describir el recuerdo sino para contar algo, hablar con el objeto del recuerdo. Cuando me tocó, mi mente intervino sólo para ayudarme a decir las frases en español (con la mente bastante bien neutralizada, ya que me di cuenta después de la clase de que había torturado el idioma de García Lorca).
Lo más fuerte para mí es cuando otros compañeros hablaban. Les escuché y a la vez estaba viviendo mi recuerdo y las sensaciones que me estaba dando. ¡¡Lloré un par de veces!! Solté las lágrimas sin pensármelo, sin sufrir, sólo registrando lo que me estaba pasando.
Y ahora, ¿qué?
Hoy, he intentando tratar de un tema para el que estoy en pleno proceso. Digamos que no tengo la distancia suficiente para poder hablar de cómo se para la mente. Pero si soy conciente de su importancia.
La mente es un censor cultural. Se nos enseña desde pequeños que hay cosas que no se dicen, ni se hacen en público. El reto del actor es parar el censor este para dejarse llevar y entregarse a su arte.
El día 3 pasado, no logré parar la mente. Resultado: no me dejé sorprender por los compañeros con quien estaba improvisando, no me lo creía así que no pude crear verdad con ellos.
El día 10 pasado, me metí de verdad y, a pesar de la sensación de frío que me impidió abrirme al 100%, me dejé ir y mis lágrimas fueron un símbolo de ello.
Confío que con la experiencia, dominaré la técnica para parar la mente. También, creo que este trabajo de conciencia puede ayudar en la vida cotidiana, para abrirme más a las personas que amo…
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